“Al café comercial de Madrid que cierra hoy
y nunca lo conoceré”
Tomarse un café
la excusa perfecta para festejar la amistad, discutir de política, literatura,
cine y cosas mejores, ese mágico ritual que no implica más que unos pesos/soles
que uno lo practica tan apasionadamente que
enferma olvidando muchas veces el trabajo, algún compromiso o el beso de la novia. Un Expreso desde la Llajta
hasta esta noche Wanka pasando por Lima, Montevideo, Buenos Aires o el DF con
miles de historias, alcoholes y otras caricias prohibidas, textos, poesías,
cuentos con algo de jazz, blues o el flamenco amado. Como olvidar aquellos talleres
Seudokrupp Saenzianos con la musa del amor y odio, aquellas noches de los cafés de la rambla, “La diaria” con el
olor a mar oriental tan característico, con los cubículos poéticos De Sousa y
sus secuaces, o los del centro de Tlalpan con ese airecito azteca y sabor a
papas francesas.
Un café irlandés
leyendo “La noche” tan sobrio como Sáenz, enamorando con los "Inventarios" de
Benedetti odiando a Mr. Hyde o viceversa , iniciando aventuras con Kapuściński para terminar mis crímenes literarios “In Cold Blood” cantando “Mujer Noche” o “Tu calorro” bebiendo un carajillo no cubano
ni capuchino, un tequila por aquellos que cafés que se fueron y no volverán más…
Hyo 28 de
Julio del 2015
Luis Guerra
Montero
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